En 1946 Edith viajó a Nueva York y conoció al amor de su vida, el boxeador Marcel Cerdan, un argelino llamado "el bombardero marroquí", quien rara vez perdió una pelea, durante su vida deportiva. Luego de sus presentaciones en Estados Unidos Edith viajó a Londres, donde no fue contratada, pues a final de cuentas era francesa.
Marcel estaba casado y vivía con su esposa e hijos en Marruecos (en Casablanca para volverlo más increíble), y la relación se mantuvo bajo un estricto secreto que disgustaba al círculo íntimo de la cantante. Temían por la reputación de ambos. Incluso su amiga Mômone intercedió para ponerle fin a la relación. Pero el idilio creció al punto que Piaf compró una casa en Bois de Boulogne para estar más cerca del deportista. El lugar contaba con un gimnasio para que Cerdan entrenase. En septiembre de 1948 tenía agendada una pelea por el título mundial contra Tony Zale. Antes del evento, volvió a Lisieux para rezarle a Santa Teresa. “Estaba segura de que iba a ganar porque esa noche sentimos olor a rosas en su habitación”, recordó Ginou Richer, su asistente. El símbolo de la santa. Y de su infancia en Normandía. Y Cerdan triunfó. Y Piaf fue feliz.
En el cenit de la carrera de ambos se sucedieron las contiendas de él y los shows de ella. Entre París y Nueva York, vuelos trasatlánticos y encuentros en hoteles. El 29 de octubre de 1949 el avión que trasladaba a Cerdan a la gran manzana para visitarla se desplomó en las islas Azores. Esa noche le dedicó su show en Versailles. Luego vendrían días oscuros. El golpe fue demasiado fuerte para Edith Piaf y cayó en las garras del alcohol y se vuelve adicta a la morfina. Ella cantó su gran éxito Hymne à l'amour en su memoria y, además, este noviazgo originó la película Édith et Marcel.
Edith Piaf, todavía convaleciente de una operación urgente de pancreatitis, sufre graves problemas hepáticos e intestinales. Con su quebrada salud, balbucea en el escenario, se equivoca, cae desmayada. La larga amistad con el alcohol, la morfina y las pastillas pasa factura. Murió el 11 de octubre de 1963 y fue enterrada en el cementerio de Père Lachaise.
A todos nos gusta una historia de amor, inclusive a los que peleamos. De hecho, los que peleamos somos los que más historias de amor tenemos, por eso peleamos.
Es que el amor y el boxeo tienen mucho en común aunque no lo crean. Shakespeare dijo una vez; "¡Oh amor poderoso! Que a veces hace de una bestia un hombre, y otras, de un hombre una bestia." Y el boxeo hace exactamente lo mismo.
1948 fue un año lleno de acontecimientos; Juliana Marie Wilhelmina era la nueva reina de los países bajos, Costa Rica estalló una guerra civil, Venezuela sufrió un golpe de estado, y pare usted de contar. Ese mismo año, se empezaría a escribir una de las mayores historias de amor, dolor y boxeo.
El 21 de septiembre, en el Estadio Roosevelt en Nueva Jersey, Marcel Cerdan se encontraba ensangrentado en el ring esperando que el campeón Tony Zale saliera para el doceavo round, pero esto nunca sucedió. Cerdan había golpeado a Zale lo suficiente como para que la pelea fuera detenida. Marcel "El bombardero marroquí" era el nuevo campeón mundial peso medio y entre el público, en una esquina, se encontraba la voz de Francia, Edith Piaf, con un rosario en la mano, llorando de felicidad mientras le rezaba a Santa Teresa por su amado.
“Existe una sola Edith Piaf y yo tengo la suerte, yo, pobre boxeador bruto, de ser amado por ella”
Cerdan pasó sus días entre esconder y defender su amor por Edith Piaf. Ella, por su lado, pasó sus días entre cantar y defender su amor por un boxeador. Pero Cerdan no solo debía defender su amor, también su cinturón. Jake LaMotta había logrado un 9-1 que le daba la oportunidad de medirse ante Cerdan en su primera defensa.
Marcel Cerdan se había dislocado el hombro y Jake LaMotta le había regalado 104 golpes acertados en el décimo round para el 16 de Junio de 1949, en una Detroit revolucionada por la era de la industria automovilística, el Arsenal De La Democracia y la M-8, LaMotta se había convertido en el nuevo campeón mundial. Esta sería la última pelea de Marcel Cerdan.
El 14 de septiembre de 1949, Edith Piaf, en el Cabaret Versalilles, en Nueva York, cantó 'Hymne à l’amour’, Himno al amor con Cerdan, para dejarlo claro al universo entero. Como una escalera al cielo donde Marcel Cerdan se encontraría poco después.
El 28 de Octubre, Marcel Cerdan abordó el Lockheed L-749 Constellation de Francia a Nueva York para encontrarse con su amada antes de empezar el entrenamiento para la revancha contra LaMotta, el avión se estrelló en el archipiélago de Azores llevándose la vida de todos abordo.
Las grandes conquistas de Cerdan, el corazón de Edith Piaf y el campeonato mundial, fueron castigados por el tiempo terrenal pero se mantienen latentes en el espíritu de todos los que amamos, sobre todo los que peleamos somos los que más historias de amor tenemos, por eso peleamos.
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