La peor pesadilla de cualquier padre es tener que enterrar a un hijo. Pero para el pequeño Mathew Stanford Robinson y su padre, esta experiencia probaría ser una lección de esperanza para el resto del mundo.
Durante el nacimiento de Mathew sucedió una horrible tragedia: Después de no respirar durante unos minutos, su pequeño cuerpo estuvo privado de oxígeno por demasiado tiempo.
Esto resultó en daño cerebral y dejó a Mathew ciego y paralizado. Los médicos pensaron que no sobreviviría las horas siguientes. Pero estaban equivocados, Mathew logró pasar esas horas y muchas más…
A pesar de su discapacidad, Mathew tuvo una infancia increíble. Le encantaba reír, amaba los animales y la naturaleza, y lo que más disfrutaba era ir a la escuela en donde hizo muchos amigos. A todos les fascinaba su actitud curiosa y despreocupada.
Su familia siempre se sintió agradecida por cada minuto que lo tuvieron, pero, a pesar de todos los buenos momentos, pasó lo inevitable: justo antes de su cumpleaños número once llegó el momento de Mathew de despedirse de este mundo y se fue en paz mientras dormía.
Para su familia esto significaba decir adiós y más de 100 personas los acompañaron en el doloroso camino al funeral de Mathew. En cuanto al diseño de la lápida, su padre tenía en mente algo muy especial.
Él no quería que la lápida de su hijo fuera un lugar de sufrimiento, sino que deseaba que reflejara el sentimiento de esperanza y renovación. Mandó a hacer una escultura en donde su hijo se levantaba de la silla de ruedas para alcanzar el cielo.
Su pasado doloroso ya no lo detiene, está en un lugar donde es libre, donde no tiene que cargar con todo ese peso terrenal. Sus padres ven el tiempo que Mathew pasó con ellos como un regalo, porque recibieron mucho más de lo que esperaban obtener.
Por esto su gratitud es mucho más grande que cualquier tristeza que puedan sentir. ¡Qué manera tan bella de demostrarlo!
La fuerza interior y visión de este hombre son admirables. No solamente logró sobreponerse a la tristeza de la parálisis y liberarse de los por qués.
Sino también fue capaz de encontrar la fuerza para ver la muerte de su hijo como un símbolo de esperanza y el comienzo de un nuevo y mejor futuro.
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