Carole Lombard pudo haber perdido mucho al no conseguir el papel que quería – Scarlett O’Hara –, pero ganó el corazón de Clark Gable cuando éste hacía el papel de Reht Butler en Lo que el viento se llevó, en 1939.
Para entonces Gable y Lombard habían sido “la noticia” durante tres años, en las columnas de chismes. Los dos símbolos sexuales – ambos fenomenalmente populares entre el público – se conocieron en el Baile Mayfair, en el restaurante Víctor Hugo de Bervely Hills, en enero de 1936, un año después de que Clark ganara el Óscar de la Academia por Ocurrió una noche (It happened one nignt) y de que Carole hiciera el papel principal en varios filmes, incluyendo Godfrey, mi hombre . Carole y Clark quienes habían trabajado juntos en "Ningún hombre suyo" tres años antes, discutieron durante la fiesta. Tres días después, Carole envió a Clark palomas blancas como un ofrecimiento de paz.
El siguiente mes volvieron a encontrarse en el baile “Depresión Nerviosa". Muy de acuerdo con la reputación que tenía de ser la rubia más chiflada de Hollywood, Carole escenificó una entrada en camilla y ambulancia. Clark quedó impresionado, y Carole quedó prendada de su arrebatador encanto.
Ella era una chica que sabía cómo conseguir lo que quería. Poco tiempo después, en el Día de San Valentín, Carole compró un destartalado y viejo coche, lo pintó de blanco con corazones rojos y lo envió a la Metro-Goldwyn-Mayer. Al poco tiempo comenzaron a salir juntos. Clark tenía sus dosis de romances extramaritales, pero estaba cautivado con Carole, quien nunca tomó muy en serio su enorme fama.
Carole era una bromista conocida; nada era sagrado para “Ma” como la llamaba Clark, ni siquiera los dientes postizos de “Pa” (se llamaban así cariñosamente). Constantemente ella le recordaba a él su notorio fracaso, "Parnell", y en una ocasión mandó a imprimir volantes para repartirlos en la MGM elogiando una buena presentación del filme, pero en China.
“¡No pueden equivocarse 50 millones de chinos!”, decía el mensaje. Incluso sus peleas eran coloridas. Después de sus pleitos, Carole enviaba más jaulas con pájaros, aunque comenzó a acusar a Clark de comerse a las aves.
La relación no estuvo exenta de un tinte de escándalo. Carole se divorció de su marido, pero Clark seguía casado con Ria, y no tenía planes inmediatos de divorciarse. Quizás evitaba tomar una decisión porque no quería enfrentar el enorme acuerdo financiero que Ria demandaba. Este era un problema no sólo para los amantes, sino para Louis B. Mayer quien, como dueño de la MGM, tenía a Clark bajo contrato – y ese contrato incluía una cláusula de moralidad.
Aunque Carole era una conocida mujer de fiestas, se retiró de la escena social para hacer actividades que a Clark le gustaban – ver encuentros de boxeo, de béisbol, carreras de caballos, ir a pescar, practicar el tiro e ir de cacería. Clark no estaba interesado en el papel de Rhett Butler – su mala experiencia con trajes de época como en Parnell no estaba olvidada –, pero no tenía otra alternativa. El productor queria a Clark, quien aún estaba bajo el contrato de la MGM, y Carole le animó mucho para que cogiera el papel.
Al mismo tiempo, un artículo en una revista, titulado “Esposos y esposas no casados de Hollywood”, apresuró más a la pareja hacer legal su relación. Con tanto en riesgo en "Lo que el viento se llevó", seguramente Mayer no iba a querer que la estrella de cine se viera envuelto en la vergüenza, y por esta razón Clark puso su vida amorosa en orden. Una vez que el divorcio fue otorgado, el 8 de marzo de 1939, Carole le dijo a la columnista de la revista, “cuando Clark tenga unos días libres, tal vez nos escabullamos y llevemos a cabo la ceremonia”.
A los dos meses del rodaje de Lo que el viento se llevó , Clark se tomó seis días libres. Para escapar de la prensa, no dijo nada sobre sus planes. El 29 de marzo de 1939, la pareja se fue a Arizona. En las afueras de Los Angeles se detuvieron en una floristería, y Clark compró dos claveles rojos para el ojal, un ramo de lilas y rosas rosas para Carole.
Cuando llegaron, fueron directamente a la alcaldía para conseguir su acta matrimonial, y luego se casaron en la iglesia. Luego Clark mandó a David Selznick un telegrama. “Casados esta tarde – Carole y Clark”. Carole dijo que ella planeaba trabajar unos años más y luego tener familia. “Dejaré a Pa que sea la estrella y yo me quedaré en casa, zurciré calcetines y cuidaré a los niños”.
En su primer aniversario, Carole cubrió el vestidor de Clark con satín, tul y flores e hizo un nido en el que depositó un gran huevo con la leyenda Parnell garabateado en él.
En enero de 1942, Carole se unió a los esfuerzos de entretenimiento de la comunidad para ayudar a financiar la guerra. Pero al regresar de una campaña de venta de bonos, Carole se mató en un accidente de avión, que también causó la muerte a su madre, y a su amigo.
Para Gable comenzó su particular infierno. El infierno de vivir sin ella. Hundido en una profunda depresión, abandona el cine y se alista un año más tarde en la Fuerza Aérea como comandante, y voló en varias misiones de bombardeo sobre Alemania.
Tras licenciarse en 1944, vuelve a Hollywood como viudo inconsolable, con una tristeza que era tan patente como su envejecimiento. Se casó dos veces más, y murió el 19 de noviembre de 1960 de un ataque al corazón, cinco meses antes de que su hijo, John Clark Gable, naciera. Por expreso deseo, fue enterrado al lado de Carole, el gran amor de su vida.
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