Elizabeth Gilbert tenía, a los 31 años, un esposo cariñoso, una casa con jardín en un suburbio de Nueva York y una carrera que le había valido múltiples nominaciones a premios de periodismo y literatura. Pero había algo de esa vida aparentemente perfecta que no la dejaba ser feliz: no quería tener hijos como le demandaban las normas sociales, su marido le resultaba tan adorable como fastidioso y pasaba las noches llorando encerrada en el baño. Por eso decidió, después de un divorcio tormentoso y un amorío enfermizo con un hombre menor que ella, emprender un viaje de un año por Italia, India e Indonesia, tras el cual se quitó la depresión de encima, se hizo famosa y millonaria y se convirtió en una especie de gurú para millones de mujeres que sueñan con cambiar de forma drástica su vida.
Comer, rezar, amar (Eat Pray Love), el libro de 2006 que recoge las memorias del viaje, se convirtió de repente en un inesperado fenómeno editorial que hoy sigue vigente. La ‘biblia’ de Gilbert ha sido traducida a 30 idiomas, está por completar 200 semanas en el listado de best sellers del diario The New York Times y ha vendido alrededor de ocho millones de ejemplares en todo el mundo. Ya existen el perfume, las cremas humectantes, los aretes y los collares marca Eat Pray Love. También los tours que recorren los restaurantes donde almorzó Gilbert en Roma, los ashrams donde meditó en India y las calles de Bali, la isla indonesia donde se enamoró de un ‘príncipe azul’ brasileño 17 años mayor que ella.
La autora recibe cada semana cientos de cartas de mujeres que le confiesan que después de leerla se separaron, compraron un pasaje al otro lado del mundo, aprendieron a surfear, se tiraron por primera vez en paracaídas o se unieron a un grupo de voluntarios en Haití tras el terremoto. Hay otras que simplemente quieren un consejo, contarle que celebraron su cumpleaños número 40 con una fiesta en su honor o convertirse en sus amigas. Una de sus mayores admiradoras es la poderosa presentadora estadounidense de televisión Oprah Winfrey, quien ante los 23 millones de espectadores que siguen su programa contó que había visto a muchas personas llorar mientras leían el libro.
Para completar la cadena de éxitos, Comer, rezar, amar se convirtió en una película –que se estrenará el próximo viernes primero de octubre en Colombia–, donde la taquillerísima Julia Roberts interpreta a Gilbert y el español Javier Bardem, a Felipe, su amante latino cuyo nombre real es José Nunes. Pese a que los expertos pronostican un éxito rotundo en ventas, ya algunos medios la han tachado de mediocre. Tras su presentación en el Festival de Cine de Venecia, el periódico italiano La Stampa, uno de los más influyentes del país, aseguró que estaba llena de clichés, y La Repubblica, el segundo en circulación, le puso una calificación de 2,5 sobre 6. Una semana después, en el Festival de San Sebastián, el crítico de cine del diario español El País, Carlos Boyero, escribió que le parecía “cursi” y con un “exceso de merengue”. También la criticaron en Estados Unidos, donde The Washington Post publicó que estaba llena de estereotipos.
Y aunque The New York Times dijo cuando salió el libro que la prosa de la “agradable” Gilbert tiene una mezcla de “inteligencia, ingenio y exuberancia” que roza con lo “irresistible”, y Time lo describió como un relato “atractivo, inteligente y altamente entretenido”, no todos se divierten con sus vivencias. Hay quienes creer que no es más que una publicación cualquiera de autoayuda. “El problema no es el libro, es la autora”, escribió Alynda Wheat, crítica de la revista Enterntainment Weekly. “‘Comer, rezar, amar’ es, al final del día, el espléndido premio que recibió Elizabeth Gilbert por abandonar a su marido, aparentemente ino-fensivo, y enrollarse con un sinvergüenza. Durante todo el siguiente año, en el viaje mochilero más caro de la historia, balbucea sobre la generosidad desinteresada que tiene con su ex, cuánta pasta se puede comer y la criatura devota y espiritual en la que se ha convertido”. Criatura de la que Andrew Gottlieb se burla en el libro Drink Play F@#k (cuya traducción al español sería algo así como Tomar jugar tir@#r), una parodia en la que el escritor y cómico describe sus borracheras en Irlanda, su faceta de apostador en Las Vegas y sus noches de placer en Tailandia.
Existe también un grupo de mujeres que, tras sentirse inspiradas cuando leyeron el libro, se desilusionaron al ver que Gilbert, quien sostuvo en una época que nunca se casaría de nuevo y siempre defendió la tesis de que las mujeres no necesitan tener a un hombre a su lado para ser felices, al final contrajo matrimonio con Nunes. El más reciente libro de Gilbert, Committed, a Skeptic Makes Peace With Marriage (Comprometida: una escéptica hace las paces con el matrimonio), reflexiona sobre el matrimonio a partir de la historia de cómo se casó con su novio para que él pudiera obtener el permiso para vivir con ella en Estados Unidos. El libro ha sido mucho menos exitoso de lo esperado por la editorial, pues solo ha vendido unos 200.000 ejemplares desde que salió al mercado en enero. “Que yo escriba un libro sobre el matrimonio es como si George Bush escribiera un libro sobre diplomacia, porque no es exactamente una materia en la que me haya destacado –dijo Gilbert en una charla–. Voy a usar este libro para entender cómo funciona esa institución, y con suerte me irá mucho mejor esta vez”.
Gilbert asegura que no le importa que critiquen su trabajo. Supo que quería ser escritora desde niña, cuando vivía en una finca sin televisores ni equipos de sonido o vecinos para salir a jugar. Hija de un ingeniero químico amante del campo y una enfermera comprometida con el trabajo social, la pequeña Liz y su hermana, Catherine Gilbert Murdoch, quien hoy es historiadora y novelista, pasaban el tiempo leyendo las historias del Mago de Oz, de Lyman Frank Baum, y los cuentos de Charles Dickens. Y cuando no leían, escribían obras de teatro.
Elizabeth estudió Ciencia Política en la Universidad de Nueva York (NYU). De día iba a clases; de noche, escribía. Viajera incansable, tras graduarse se dedicó a recorrer el país. Trabajaba en restaurantes o bares y contaba sus vivencias en artículos que publicaba en revistas como GQ, Esquire, The New York Times Magazine o Travel + Leisure. De hecho, un reportaje sobre su experiencia como mesera en un mítico bar neoyorquino, en el que bailaba con sus compañeras sobre la barra, sirvió de inspiración para la película Coyote Ugly. Luego escribió un libro de historias cortas, una novela y una biografía que le valieron buenas críticas y nominaciones a premios como el National Book Award y el National Book Critic’s Circle Award.
El resto de la historia es la de Comer, rezar, amar: se casó, lloró en el baño, se separó, pensó en suicidarse, tomó antidepresivos y, con el adelanto que recibió por el libro que escribiría sobre su viaje, comió hasta la saciedad mientras aprendía italiano, meditó e hizo yoga en India y conoció a su actual esposo en Indonesia. Luego, se convirtió en celebridad y guía espiritual para millones de mujeres. Hoy vive en un pequeño pueblo de Nueva Jersey, desde donde aconseja a todos los que quieren saber cómo hizo para alcanzar la felicidad. Un final de cuento de hadas que algunos miran con admiración y otros ven como una contradicción en su vida.
Elizabeth anunció a través de Facebook que ella y Jose habían terminado. “Confío en que entenderán que esta es una historia que estoy viviendo y no contando”, señaló, al pedir respeto por la privacidad de los motivos que acabaron con un idilio tan bonito.
Dos meses después, Gilbert decidió revelar por qué se separó, también en su cuenta de Facebook. En la pasada primavera, relató, recibió una noticia que cambiaría el rumbo de su vida: “Mi mejor amiga, Rayya Elias, fue diagnosticada con cáncer de hígado y páncreas, una enfermedad que no tiene cura”, continuó Gilbert, quien describe a Rayya como su modelo para imitar, su fortaleza y su confidente más leal. “Algo pasó en mi corazón en los días siguientes al diagnóstico de Rayya. La muerte o el prospecto de la muerte nos permite apartar lo que no existe y en ese espacio de escueta y absoluta realidad, me vi frente a una verdad: Yo no solo quiero a Rayya, sino que estoy enamorada de ella”.
Elizabeth le expresó sus sentimientos a su amiga, quien los correspondió e iniciaron una relación. “Estamos juntas. La amo y ella me ama. La estoy acompañando en su enfermedad, no solo como su amiga, sino también como su pareja. Estoy exactamente en el lugar donde necesito estar, el único en que deseo estar”, explicó la escritora.
De antemano, Gilbert satisfizo la consabida pregunta que siempre sigue en estos casos de salida del clóset: ¿Por qué dar a conocer una situación que pertenece a su esfera netamente privada? “Por mi propia integridad y sanidad. Necesito poder caminar por el mundo del brazo de Rayya lo suficientemente relajada para mostrarme cómoda al respecto de lo que somos la una para la otra. Si no puedo ser lo que soy (tanto en privado como en público), entonces mi vida se tornará caótica, extraña y estúpida. Podría fingir que ella solo es mi mejor amiga, pero eso es degradante y nos hace débiles y nos confunde”.
Indudablemente, es un giro que nadie habría previsto en 2006, cuando su texto de memorias, Comer, rezar, amar, se convirtió en un fenómeno mundial, como lo indica el hecho de que permaneció 200 semanas en la lista de los libros más vendidos de The New York Times. Se trata de la crónica del viaje de autodescubrimiento que emprendió por varios lugares del mundo, tras su amargo divorcio, en 2002, de su primer marido, Michael Cooper. En Italia, se dedicó a comer; en India, a explorar la espiritualidad (rezar), hasta que en la isla de Bali le llegó de nuevo el turno para amar, al conocer a Nunes, 17 años mayor que ella. Si bien el enamoramiento era profundo, estaba muy escéptica frente el matrimonio, hasta que una frase de Jose la convenció de volver a dar el “sí, acepto”: “El lugar de una mujer es la cocina... con las piernas estiradas, tomándose una copa de vino, viendo cómo su esposo cocina para ella”.
En 2010, tres años después de su boda con el brasileño, se estrenó el filme basado en el libro, con el mismo nombre y protagonizado por Julia Roberts y Javier Bardem, ganadores del premio Óscar. A pesar de las encontradas visiones de la crítica, la respuesta del público también hizo de la película un portento, pues recogió más de 23 millones de dólares en taquilla en su primer fin de semana en cartelera y alcanzó un total de 206 millones de dólares alrededor del globo. La pasión por Comer, rezar, amar se salió de las salas de cine y suscitó millonarias ventas de más de 400 objetos de merchandising como joyas, relojes, té, muebles de inspiración indonesia, accesorios de bambú, entre otros, al tiempo que cadenas de almacenes como World Market abrieron en sus tiendas secciones expresamente dedicadas a estos productos. Ahora está por verse si tanto la escritora como algún director de Hollywood se animan a relatar en el celuloide este asombroso vuelco del destino por el que Elizabeth deja a su marido perfecto por su mejor amiga.
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