La dramática historia de amor de una pareja de jóvenes.
Como muchos jóvenes, Katie Donovan y Dalton Prager se conocieron a través de internet. La joven se enteró que Dalton sufría de fibrosis quística (FQ), al igual que ella, por lo que decidió mandarle un mensaje por Facebook.
“Si alguna vez necesitas un amigo con quien hablar, puedes contar conmigo”, escribió Katie, a lo cual el chico respondió “Disculpa, pero ¿te conozco?”. Desde ese momento comenzaron hablar y crearon una profunda amistad.
Ambos tenían 18 años y pasaban gran parte de su tiempo entre médicos, exámenes y hospitales. A los 3 días quisieron conocerse en persona, pero tuvieron que enfrentar un gran problema. Los pacientes con esa enfermedad no pueden encontrarse cara a cara ya que el riesgo de transmitirse alguna infección es demasiado alto y podrían terminar por afectar más sus pulmones.
“Cuando decidíamos si conocernos o no, le dije a Dalton que yo estaría contenta —muy, muy contenta— por cinco años de mi vida y morir antes, que ser mediocremente feliz y vivir 20 años”, explicó Katie a CNN. “Eso fue algo que definitivamente tuve que pensar, pero cuando tienes esos sentimientos, simplemente lo sabes”.
Así que desobedeciendo las recomendaciones de todos, la chica visitó a Dalton en el hospital, pero un mes después Katie se contagió con Burkholderia cepacia, una infección que padecía su amigo y que puede resultar fatal para los pacientes con esta enfermedad.
Contra todo pronostico los jóvenes se casaron dos años después de conocerse, sin embargo, la fibrosis había deteriorado su salud a tal nivel que ambos tuvieron que renunciar a sus trabajos y debieron vivir conectados a una maquina de oxígeno.
En agosto de 2014, la pareja fue ingresada a Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh, donde esperarían por sus trasplante de pulmones. Prager fue el primero en recibirlo, sin embargo, su esposa no corrió la misma suerte. Algunas semanas de la cirugía, los doctores dieron de alta a Katie ya que que sería bueno para ella psicológicamente, según le explicaron.
El problema fue que a los pocos días comenzó a tener dificultades para respirar y cuando intentó regresar al hospital se le informó que se habían agotado sus horas de Medicare, que según explica CNN es un programa federal de seguros médicos para los ancianos y cualquier persona con discapacidad. Por esta razón no podían volver a aceptarla ya que el estado no pagaría otra hospitalización antes de 60 días.
La salud de la joven estaba tan mal que tuvo que recurrir a un seguro público de su estado natal, Kentucky, siendo aceptada en el Hospital de la Universidad de Kentucky para esperar su trasplante.
Pero de nuevo la mala suerte atacó a Katie, ya que se enteró que la mayoría de los centros de salud no realizan trasplantes a pacientes con Burkholderia cepacia, los cuales son transferidos a otros hospitales más grandes que tienen más experiencia con casos complejos, pero que su nuevo seguro no costea.
A partir de entonces, Katie y Dalton, hoy de 24 y 23 años, comenzaron una lucha incansable para conseguir alguna salida al problema. La situación se volvió mucho más grave, cuando los doctores les aseguraron que ella no viviría un año más sin nuevos pulmones.
“Siento que le están poniendo un signo de dólar a mi vida”, dice. “No quiero morir por culpa del dinero. Eso es estúpido. Nadie debería tener que hacer eso”.
La pareja se siente aún peor, ya que no han podido estar frente a frente durante varios meses -sólo se comunican por Skype-, debido a los riesgos que trae para el joven contagiarse nuevamente con otra infección.
“Solo quiero llegar a ver nuestro cuarto aniversario en julio, ser capaz de darnos la mano y abrazarnos. Eso es todo lo que realmente quiero —ser capaz de abrazar a mi esposo en nuestro cuarto aniversario”, señala.
Actualmente los jóvenes siguen batallando para poder encontrar financiamiento para la cirugía que podría devolverle la salud a Katie y darles una vida juntos como una pareja normal.
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