El matrimonio en las diferentes culturas se aborda como una forma de avanzar en el conocimiento de tu pareja. Siempre suele ser tratado como una expresión superlativa de amor hacia el otro, por lo que se acaba convirtiendo en muchos casos en el objetivo vital de muchas personas.
Y es que de una forma u otra siempre existe un ritual que cumple esta función en todas los rincones del planeta, sea religioso o meramente burocrático. Esto no significa que sea fácil hacerlo.
Las complicaciones de la boda
En muchos casos las leyes o las costumbres se oponen a los deseos de los enamorados por convertirse en pareja oficialmente y, lejos de ser algo agradable, se convierte en un auténtico tormento. Y es que por ser diferentes al resto te acaban por poner más trabas a una relación. Como si el hecho de organizar una boda no fuese de por sí complicado. Pero cuando las leyes y las normas no escritas de la sociedad se ponen en tu contra, todo parece ponerse cuesta arriba. Aunque no fue así para esta pareja de enamorados.
La ley
Cuando una persona decide casarse tiene que cumplir una serie de requisitos. Entre ellos se encuentra, en la mayoría de los casos, que las personas tienen que estar en plenas facultades mentales para poder decidir por su propia cuenta si quieren contraer matrimonio. Lo que a priori se creó para proteger a las personas con algún tipo de enfermedad, se convirtió en una lacra para estos dos enamorados. Todo se debía a que habían nacido portadores de la trisomía que caracteriza a los Down.
El síndrome de Down
Las personas que manifiestan el síndrome de Down suelen tener unas características comunes, que van desde una apariencia física similar hasta una variable discapacidad intelectual que los convierte en dependientes en la mayoría de los casos.
Los problemas cardíacos y las diferentes enfermedades asociadas a este rasgo, los hace tener una esperanza de vida relativamente corta, por lo que, normalmente, suelen plantearse las vidas con una visión mucho acelerada. Fue por esto que la pareja decidió dar el paso
La relación
Cuando Maryanne y Tommy Pilling se conocieron comenzaron una relación de amistad que pronto dio paso a un noviazgo. La historia de amor que protagonizaron fue todo un ejemplo para las personas que los rodeaban, pues demostraban paso a paso que se querían y que querían conseguir vivir juntos a cualquier precio.
Y es que tras pasar sólo 18 meses juntos, ella no paraba de hablar bien de su pareja. Hasta que un día él se presentó en su casa con un anillo de juguete que había conseguido en una máquina, diciendo que quería casarse con ella.
Los primeros pasos para la boda
La madre de ella le dijo que quería hacer las cosas como era debido y se encaminó a comprarle un anillo de verdad en una joyería. Pero todo pareció torcerse cuando la sociedad comenzó a ponerle trabas, pues según el código civil no se encontraban en plenas facultades mentales para poder contraer matrimonio.
No pareció importarles demasiado, pues tras su lucha personal lograron convertirse oficialmente en marido y mujer, siendo la primera pareja de personas con síndrome de Down en casarse y abrieron el paso al resto de enamorados que querían seguir su mismo camino.
La esperada boda
Fue en el 1995 cuando esta pareja decidió que tenían que darse el “sí quiero” en la iglesia de St Mary en Shoeburyness, Essex, Reino Unido.
Para ello cumplieron el deseo de la joven Maryanne, de 23 años, de casarse con un precioso traje blanco en una ceremonia por todo lo alto. Ambos, como cualquier otra pareja, decidieron todos los aspectos del enlace y, finalmente, el sueño se pudo hacer realidad. Muchos fueron los invitados que acudieron al evento, siendo todo un referente para el colectivo de personas afectadas por este síndrome y dando ejemplo de cómo el amor puede traspasar barreras.
La vida de pareja
Así fue como todo comenzó en el seno de esta familia. Pudieron por fin convivir juntos como un feliz matrimonio y, al parecer, no les fue demasiado mal, ya que a día de hoy, 22 años después, siguen siendo igualmente felices.
Y es que gracias a un familiar tienen un facebook en común que permite mostrar al mundo sus experiencias como matrimonio y exponen su amor sin ningún tipo de tapujos, como haría cualquier otra persona.
Las redes sociales y la aceptación de la gente
En cuanto se lanzaron a darse a conocer, la gente comenzó a manifestar su opinión sobre este enlace. Y es que a muchos les pareció algo digno de mencionar y de admirar, por lo que fueron enviando toda suerte de mensajes de apoyo a lo que ahora se conoce como uno de los movimientos para la total independencia y libertad del colectivo.
En la página van publicando las muestras de apoyo y las fotografías de cómo lucen ahora después de tanto tiempo.
La pareja ahora
Ya disfrutan de una edad respetable, pues ella tiene 45 y él 59 años, pero no paran de publicar los momentos más reseñables de su vida. muestran con orgullo su relación y cómo ésto ha mejorado sensiblemente sus propias calidades de vida.
Lanzados a experimentar tanto como puedan, esperando poder celebrar dentro de tan sólo 3 años sus bodas de plata. A pesar de que a algunos les pese, ellos seguirán luchando por ser iguales al resto de personas.
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