En un departamento ubicado en el 54 Eaton Square, en Londres, John Merivale, el conocido actor teatral británico, entra a su dormitorio. Al abrir la puerta, encuentra a su esposa muerta. Ella tenía 53 años y, un rato antes, se había ocupado de arreglar unas flores. Merivale va al teléfono y llama a otro actor inglés. Este está internado en el hospital. Se levanta de la cama, exige que le den el alta y va junto a la mujer que acaba de morir. Estando a solas con ella, le pide perdón por todo el daño que le ha hecho. Es el 7 de julio de 1967. Veinte años después, el actor, siendo un anciano, confesará que ella fue el único gran amor de su vida. Él es Laurence Olivier. Ella, Viven Leigh.
A fines de enero de 1939, se ha iniciado la filmación de “Lo que el viento se llevó”. Algo fuera de lo común sucede. La película no tiene actriz protagónica. Al casting se presentaron más de 1400 actrices, incluso muy famosas: Katherine Hepburn, Joan Crawford, Paulette Goddard, Norma Shearer, Carole Lombard. Ninguna pudo conformar a David O. Selznick, el productor. David tiene consciencia de que está realizando su obra maestra, una película que quedará en la historia. No está dispuesto a darle el papel de actriz principal a quien no encaje, exactamente, en el rol, tal como él lo imagina. “Lo que el viento se llevó” es un libro de Margaret Mitchell que ha tenido un extraordinario éxito. David ha comprado los derechos pero nunca lo leyó. Le alcanzó con conocer la sinopsis.
Ahora, está de pie mirando cómo se filma el incendio de Atlanta. Es una gran escena. Una actriz, a la que no se le ve la cara, está sobre el carro que atraviesa las calles en medio del fuego. No puede vérsele la cara porque es una extra. Todavía falta que aparezca la actriz adecuada. El hermano de David, Myron, agente de actores, lo toca en el hombro. David le pide que no lo moleste. Myron le dice que está con Laurence Olivier, que ha llegado de Londres para firmar el contrato para filmar “Rebeca”, la película que en unos meses dirigirá Hitchock y que produce Selznick. David grita: “¿Estás loco? ¿Cómo me molestás cuando se está filmando la escena más grandiosa de la historia del cine?”. Mientras lo dice, gira el cuerpo. Ve a Laurence Olivier. A su lado, está una muchacha de veinticinco años. Myron, con una sonrisa, dice: “Ya conoces a Laurence Olivier. Ella es Scarlett O´Hara”.
Vivien Leigh extiende su mano. David Selznick se queda perplejo por unos segundos. Luego, tomándole la mano, le dice: “Encantado de conocerla, señorita O´Hara”.
Parece imposible separar su imagen del personaje de Scarlett O´Hara. Es como si ambas, la mujer real y la ficticia, se hubieran fundido transformándose en una, convirtiéndose en inmortales. El papel de Scarlett es el más importante y famoso de la historia del cine. Ella, Vivien Leigh, la que realiza una interpretación notable, única, hasta convertirse en un mito del cine.
Es nacida en la India. Su padre, inglés como la madre, corredor de bolsa, fue asignado a ese país.
De regreso a Inglaterra, se dedica al teatro y se casa joven con el abogado Leigh Holman, del que usará el apellido como seudónimo artístico ya que ella se llama Vivian Mary Heartley. Su marido le gusta porque se parece a Leslie Howard, su actor preferido, pero no se lleva bien con él. A los 19 años, ha tenido una hija, Susan, y permanece retirada del teatro durante un tiempo. Pero es, realmente, una actriz. No puede estar fuera de los escenarios. Cuando cumple 22 años, ve a Laurence Olivier actuando en teatro. Le dice a un amigo: “Algún día, voy a casarme con él”.
Cuando Leigh y Olivier se conocen personalmente, se enamoran de inmediato. Él ha nacido en 1907, todavía no ha cumplido los treinta, ya es el actor británico más brillante y va camino a ser considerado uno de los dos o tres mejores del mundo. La atracción entre ellos es tan poderosa que inician su relación amorosa cuando aún ambos están casados. Laurence se ha casado en 1930, con la actriz Jill Esmond, con quien tuvo un hijo, Tarquin. Con Jill, él había mostrado dos aspectos de su personalidad que mantendrá toda la vida: los celos artísticos y priorizar su trabajo por sobre todo. Un grave momento en su vida fue cuando Vivien obtiene el Oscar por su papel de Scarlett y él pierde de ganar el suyo interpretando a Radcliff, en “Cumbres borrascosas”. La noche de la ceremonia, Vivien tiene en sus manos la estatuilla mientras se fotografía sola. Al fotografiarse junto a él, la deja a un costado y se sienta en sus rodillas.
Durante la filmación de “Lo que el viento se llevó”, Vivien fuma cuatro atados de cigarrillos diarios, tiene momentos en los que se siente mal y presenta arranques de histeria. Selznick hace viajar a Olivier, que está representando una obra en Nueva York, hasta Los Ángeles, para que pueda serenarla. Después de verlo, ella se muestra calmada. Olivia de Havilland, que interpreta a Melanie, más de treinta años después, dirá: "Todo lo que a Vivien le importaba era llevar su papel adelante y estar junto a Larry (Olivier).
No había nada más que eso".
No es la primera vez que tiene problemas. Olivier, conociéndolos, le ha puesto a su lado a Sunny Lash, la secretaria, que tiene que velar por Vivien. Lash es una mujer llena de rencor y envidia, que envía cartas a Olivier contándole lo que la actriz hace. Sus relatos están llenos de malevolencia y sorna. “Tu chiquita está mucho mejor ahora. Lamento muchísimo haberte alarmado anoche, pero yo misma estaba tan alarmada que tenía que decírselo a alguien. Puedes creerme, estoy segura que ella no sabía lo que hacía. No tenía idea de que esas píldoras eran sedantes tan fuertes. De lo contrario, no hubiera tomado tantas. Ahora, ya les he tirado y, por cierto, no voy a dejar que vuelva a tomarlas…Ahora, te cuento la parte divertida.
Te hubieras muerto de haberla visto tambaleándose ayer por el cuarto, después de tu llamado…completamente desnuda y con un pañuelo sucio en la mano secándose las lágrimas. Los muebles se interponían a su paso y ella tropezaba con todos. Hasta que consiguió llegar a la ducha y se metió bajo el agua fría”.
Un par de años antes, en 1937, mientras Olivier interpreta a Hamlet, en Elsinore, Dinamarca, y Vivien a la desquiciada Ofelia, se produce un incidente. Ella golpea e insulta a Laurence en escena. Olivier consigue llevar la obra adelante y todo queda como una exagerada interpretación de la locura de Ofelia. El elenco conoce la verdad. Al otro día, Vivien se muestra simpática y agradable, como siempre. No recuerda nada de lo que ha ocurrido la noche anterior.
Laurence y ella, todavía están tramitando sus divorcios. Todo el tiempo, tratan de ser discretos con su relación. Pero ella ha mostrado el primer síntoma de la enfermedad que arruinará su vida: trastorno bipolar.
Finalmente, legalizan su situación y se casan en 1940. Después de un tiempo en Estados Unidos, donde realizan actuaciones teatrales y filman juntos "Lady Hamilton", regresan a Inglaterra y actúan para los soldados. Al final de la segunda guerra mundial, van a vivir al campo, en la vieja abadía de Notley, del siglo XII, con ventanales desde los cuales se ve el Támesis. Los más famosos actores y autores del momento son visitantes asiduos. Vivien y Laurence son un modelo de glamour. Poseen mansiones, rolls royce, joyas, pieles, toman vacaciones en Jamaica. No solo son muy populares sino muy talentosos.
Antes y después de "Lo que el viento se llevó", Vivien muestra su capacidad de actriz tanto en películas como en el teatro, que, al igual que a Laurence, es lo que más le agrada hacer. Interpreta papeles de Noel Coward, Bernard Shaw, y los de Shakespeare asumiendo los roles de Cleopatra, Ofelia, Julieta y Lady Macbeth. Incluso, ella no acepta continuar en Hollywood y le gana un juicio a Selznick para romper un contrato de cinco años con él.
Pero, a su enfermedad mental en desarrollo, se le unen otros problemas. Mientras filma "César y Cleopatra", se cae y sufre un aborto espontáneo. Este aborto opera como desencadenante de su enfermedad mental y sufre un importante ataque. Otra vez agrede físicamente a Olivier, lo insulta y lo culpa del aborto por haberle hecho filmar la película estando embarazada. En el mismo período le diagnostican una tuberculosis que resultará crónica.
Permanece largos períodos alejada de su marido por razones del trabajo de este. A Olivier, en 1947, lo condecoran con el título de sir. Por derecho, ella, aún separada, será llamada Vivien lady Leigh.
En 1949, Vivien le dice a Laurence que ya no lo quiere más. "Te quiero como a un hermano", al escuchar esto, él siente que cae en un pozo. Sabe que es cierto que la ha descuidado. Su trabajo ha estado siempre en primer lugar. Ni siquiera le ha respondido muchas de las incontables cartas que ella le ha escrito en los períodos que, por trabajo, han tenido que separarse. Tampoco es un amante adecuado. "Ella no comprendía que mi trabajo consumía la mayor parte de mis energías", escribe Laurence en sus memorias.
A principios de los años cincuenta, la salud mental de Vivien se deteriora rápidamente. Fuma varios atados diarios, bebe en exceso pasando borracha la mayor parte del tiempo, y se le acreditan episodios de ninfomanía, o síndrome de excitación sexual persistente, posiblemente, generado por su manía depresiva.
Vivien filma "Un Tranvía llamado deseo", con Marlon Brando, en 1951, y gana su segundo Oscar. Laurence ha ganado los suyos en 1948, como actor y director por "Hamlet". Pero, el papel de Blanche Dubois, de "Un tranvía llamado deseo", resulta agotador para Vivien. Sus trastornos mentales se agudizan hasta tener que ser internada en un par de oportunidades.
En 1953, Vivien viaja a Ceilán para filmar “Elephant walk”. Se enamora del coprotagonista, Peter Finch, y tiene una profunda crisis. El productor, Irving Asher, llama a Olivier. Al llegar a Ceilán la encuentra en estado maníaco y la escucha confesarle su amor por Finch. Vivien es sustituida por Elizabeth Taylor. Viaja a Hollywood y Laurence permanece en Londres actuando en teatro. Al poco tiempo, todavía es 1953, recibe un llamado de David Niven y Stewart Granger pidiéndole que viaje de inmediato. Lo hace y verá a Vivien completamente drogada y sumida en un agudo ataque.
La lleva a Londres, donde la interna en una clínica psiquiátrica en la que recibe tratamiento de electroshock. Al salir, ella mantiene romances con Peter Finch y una larga lista de actores, de desconocidos y algunas mujeres. Su enfermedad la lleva a ser internada nuevamente. Continúa su alcoholismo, su adicción a las drogas, y el uso excesivo de tabaco. En 1960, finalmente, Laurence y Vivien se divorcian. Él hace un tiempo convive con la actriz Joan Plowright. Ella se casa con su viejo amigo John Merivale. Olivier le hace jurar a Merivale que va a cuidar de ella.
Olivier prosigue con su carrera rutilante. Vivien, en completa decadencia física y psíquica, aunque con largos períodos de tranquilidad junto a Merivale, filma dos o tres películas menores pero consigue un premio Tony por su actuación teatral en “Tovarich”. Las personas que más cerca estuvieron de ella en sus últimos años aseguran que nunca estuvo del todo consciente de haberse separado definitivamente de Laurence. Nadie tenía la menor duda de que él era la única persona que le había importado en el mundo.
La noche en que Vivien Leight muere, a los 54 años, Laurence Olivier, de 60, se levanta de su cama en el hospital, donde lo tratan de cáncer, y va junto a ella. "Al fin de cuentas, mañana será otro día".
Otros blogs que te pueden interesar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario