jueves, 30 de junio de 2016

Garcilaso de La Vega e Isabel Freire



La emperatriz Isabel de Portugal vino a España con su corte de damas, entre ellas Isabel Freire. Ésta no sabía ni que existía Garcilaso, pero él se quedó perdidamente enamorado. Su modo de andar alegre -su meneo, dice el poeta; su contoneo, se, diría después- venía a ser anuncio de otras delicias de la carne. La dama portuguesa fue referencia y punto de partida para las que tras ella vinieron, llenando el corazón del poeta y sus versos de una profunda melancolía. No se sabe si fue correspondido o no, al menos el tiempo suficiente para comprobar si aquella pasión fue verdadera. Pero el amor crecía en Garcilaso y su obra, incluso cuando Isabel se casó con un hombre gordo y romo en amores y ambiciones.



En 1520, el rey manda a Garcilaso a Italia. Después volvió a España y volvió a irse a Nápoles. Allí conoció la cultura renacentista y la trajo a España. Al volver a Italia, se entera de la muerte de Isabel de Freire. Murió en el parto.


La escribió decenas de poemas, aunque nunca la llegó a tocar. No hubo en sus versos ira ni reproches, ni mucho menos celos de amante resentido, de amor que pudo ser y se quedó en el camino de tantos otros antes; su amor salió a la luz doblemente en sus églogas disfrazado de diversos nombres, que van de Elisa a Galatea. Después de Isabel tuvo varias amantes, alguna de las cuales le dio un hijo, pero como un río subterráneo, como fuente perenne, el recuerdo de Isabel de Freire continuó fluyendo en Garcilaso hasta el día de su muerte.




Perteneciente a la casa de los duques de Braganza, era hija de Guiomar Freire y de su tercer esposo Bernardim de Almeida. 

En la corte portuguesa de Évora, Isabel Freyre era una de las jóvenes damas que acompañaba a la infanta Isabel de Avis y Trastámara, futura esposa del emperador Carlos I de España. Debía de ser una muchacha bellísima, pues también inspiró al poeta portugués Sa de Miranda; y era una de las damas más queridas por la infanta, quien - según dicen- afirmó que sólo vendría a España a casarse si podía traer con ella a Isabel Freyre.


Por su parte, Garcilaso de la Vega , de familia noble toledana, había tenido una esmerada educación en la corte y era miembro de la guardia real del emperador cuando conoció a la joven dama portuguesa.Hacía un año que se había casado con Elena de Zúñiga.

Garcilaso era un modelo de cortesano renacentista:culto, elegante, apuesto y apasionado conquistador .En Toledo, su ciudad natal, se había enamorado muy joven de Guiomar Carrillo de Toledo;fruto de esta relación nacería un niño, que Guiomar ,años después, reconoció como hijo nacido de sus amores juveniles con el poeta. En 1520 Garcilaso entró a formar parte de la guardia real del emperador Carlos y posteriormente ,en 1525 se casó con Elena de Zúñiga, dama de doña Leonor de Austria, con quien tendría varios hijos, y a quien nunca amó.


Un año antes, en 1524 tras disolverse el ejército español, al terminar el asedio de Fuenterrabia, Garcilaso viajó a Portugal a visitar a su hermano mayor, Pedro Lasso, refugiado en la corte de Joao III. El papel del mayor de los Lasso como dirigente en la revuelta comunera (1520-1522) le había granjeado la enemistad del rey Carlos I, quien lo había desposeído de sus derechos de primogenitura. Desde entonces, la familia procuraba la devolución del patrimonio requisado y, en la medida de lo posible, obtener para el hermano mayor el perdón real. Pedro se había casado con la portuguesa Beatriz de Saa. Se conocen los amores platónicos de Garcilaso por su cuñada Beatriz.


Isabel Freyre poseía una gran belleza. Cuando Garcilaso de la Vega la conoce en la corte de Évora, y quedó inmediatamente prendado de ella. Fue en el año 1926, durante las bodas reales del emperador, cuando el poeta tuvo oportunidad de tratarla más y de enamorarse sin remedio.La relación amorosa entre ambos está envuelta en el misterio y ha sido puesta en tela de juicio no pocas veces. Indudablemente hubo algún tipo de relación, ya que coincidieron en la corte de Carlos V e Isabel de Portugal en otras ocasiones.Y , sin duda, fue ella la musa inspiradora de sus poemas.Garcilaso la describe: su modo de andar alegre, su meneo, su contoneo; venía a ser anuncio de otras delicias de la carne.

Pero Isabel se casó , tres años después,con “un hombre gordo y romo en amores y ambiciones” que se llamaba Antonio de Fonseca y era regidor de Toledo, como el propio Garcilaso. Nada se sabe hoy día de este matrimonio más allá de la muerte de Isabel en el parto del tercer hijo, en 1533. Aquellos que sostenían la existencia de los amores entre la dama portuguesa y el poeta toledano vieron en la figura del de Fonseca, del que en la Corte se burlaban con el apodo de "el gordo", al rival de Garcilaso.

Sin olvidar a Isabel, Garcilaso continúa su azarosa vida de soldado de la corte. Acompaña al emperador , hace viajes diplomáticos por Europa, es desterrado ( por desobediencia emperador) a una isla del Danubio y después a Nápoles. Cuando regresa a España,viaja de nuevo a suToledo natal, y allí tiene noticia de la muerte de Isabel Freyre en el parto de su tercer hijo. Al regresar a Nápoles en mayo de 1534 Garcilaso comienza a escribir la famosa Égloga I,narración lírica de su fallida historia de amor.


Además de poeta, Garcilaso era un soldado del emperador; por eso murió como soldado, durante el asedio a una fortaleza francesa en Saboya. Se dice que por fin había ovidado a Isabel Freyre y había vuelto a encontrar el amor con una dama napolitana.

Influencia de Isabel Freyre en la poesía de Garcilaso de la Vega

El amor que Garcilaso siente por Isabel le inspira la composición de casi toda su obra.
Los primeros poemas de Garcilaso (primera etapa) son "coplas" en versos octosílabos a la manera de la poesía castellana de cancionero. Y ya entre ellas encontramos las primeras canciones de amor cortés dedicadas a Isabel Freyre; como la Copla II, titulada Canción habiéndose casado su dama.

La segunda etapa de Garcilaso se denomina etapa petrarquista, porque comienza la influencia de Petrarca. En ella se incluye uno de los más bellos sonetos dedicados a su dama portuguesa ( el SonetoV) :


Escrito está en mi alma vuestro gesto y cuanto yo escibir de vos deseo;vos sola lo escribistes, yo lo leo tan solo que aún de vos me guardo en esto...Yo no nací sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma mismo os quiero.
Cuando tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir, y por vos muero.

Frente a la poesía medieval, en la poesía de Garcilaso surge el antropocentrismo renacentista, centrado en los episodios de su vida personal. En ellos alude a su Toledo natal, a su destierro en una isla del Danubio y en Italia, a sus actividades - como buen cortesano renacentista- de guerrero y poeta, entre otras.

La tercera, etapa clasicista o napolitana de Garcilaso, se reconoce por la mayor influencia de Virgilio y de los poetas italianos del Renacimiento. Ya no hay el estilo conceptista característico de la temática cortés y el lenguaje es descriptivo y sensorial. De esta etapa son las tres églogas.
La Égloga I es una versión poética de su historia amorosa con Isabel Freyre. Dos pastores, Salicio y Nemoroso, cantan sus penas de amor en un paisaje bucólico (locus amoenus) conmovido por su tristeza. Salicio lamenta los desdenes de Galatea y Nemoroso llora la muerte de su amada Elisa. Garcilaso expresó a través de estos dos patores dos momentos distintos de su relación con Isabel .

El lamento de Salicio corresponde con la pena sentida por el poeta cuando ella se casó con Alfonso de Fonseca:

¡Oh más dura que mármol a mis quejas, y al encendido fuego en que me quemo, más helada que nieve, Galatea! Estoy muriendo y aún la vida temo, témola con razón, pues tú me dejas, que no hay sin ti el vivir para qué sea...Tu dulce habla,¿en cuya oreja suena?. Tus claros ojos ¿a quién los volviste? ¿Por quién tan sin respeto me trocaste? 

El llanto de Nemoroso se corresponde con el dolor que le causaría a Garcilaso enterarse de la muerte de su amada . Isabel Freyre había muerto de parto al dar a luz a su tercer hijo.

 ¿Quién me dijera, Elisa, vida mía, cuando en aqueste valle al fresco viento andábamos cogiendo tiernas flores, que había de ver con largo apartamiento, venir el triste y solitario día que diese amargo fin a mis amores?

...Pero, ¿quién sabe?...Dante nos dijo que había un cielo para los enamorados, el cielo de Venus...Y Nemoroso, seguramente, estará ahora allí con su amada Elisa.


Y en la tercera rueda contigo mano a mano, busquemos otro llano, busquemos otros montes y otros ríos, otros valles floridos y sombríos, donde descanse y siempre pueda verte ante los ojos míos, sin miedo y sobresalto de perderte.

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