viernes, 28 de diciembre de 2018

Adrián & Fabio



La pareja gay que adoptó a tres hermanitos y creó un 'oasis' en medio del desierto
La casa donde habitan está ubicada en una meseta árida y despojada de todo. Pero es un oasis en el medio del desierto. Tiene un jardín, una pequeña huerta, árboles que regalan la sombra, flores y plantas que rompen con la monotonía de la tierra seca, de las jarillas y arbustos naturales que hay alrededor.

La vivienda está ubicada en uno de los puntos más altos de las bardas que bordean la ciudad de Neuquén, en la Patagonia argentina. Y en ella vive una familia muy singular: Papá Adrián (47), papá Fabio (34), y tres adolescentes, Cintia (19), Diego (17) y Mariana (15), que desde hace 3 años son sus hijos. Todos son protagonistas de una historia de amor, de esas que hablan de tolerancia y de inclusión, en tiempos en los que esas palabras se dicen mucho, pero no siempre se ponen en práctica.

Adrián Urrutia y Fabio Bringas se casaron en Argentina nada más se aprobó la Ley de Matrimonio Igualitario en 2010. Los hermanos, Cynthia, Mariana y Diego, de 16, 14 y 12 años, hace 7 años que habían sido abandonados en un orfanato cercano a Buenos Aires.

Adrián y Fabio cuentan que en un principio, cuando se inscribieron en el registro de adopción, ni siquiera les devolvían los emails. Poco a poco fueron obteniendo respuestas. Se presentó la opción de 3 hermanos adolescentes Al principio sintieron miedo y mucha inseguridad. “Vos querés ser papá, de ese acto sale lo maravilloso de adoptar un niño, y que ese niño te adopte a vos y ahí te quedás sin palabras”.

“Estábamos conmocionados porque nos contaron que ellos (los chicos) ya sabían que estaba la posibilidad de ser adoptados por dos papás de Neuquén. Nos preguntaron si no teníamos problema en conocerlos. En realidad, conocerlas porque Cynthia y Mariana estaban de acuerdo y habían estado hablando con la trabajadora social sobre la posibilidad de vincularse. Nuestro hijo, Diego, dijo ‘yo paso, yo no quiero’. Nos juntamos los cuatro, con las nenas. Recuerdo cuando íbamos entrando a la oficina: los pasillos se hacían eternos. Nos vimos, nos dijimos dos palabras, nos abrazamos y nos largamos a llorar los 6, la directora, y la trabajadora social, también”, recordaron.

Diego quiso participar de la siguiente vinculación. Y durante 3 meses los padres viajaron todos los fines de semana a estar con sus hijos, hasta que por fin pudieron llevarlos a casa. Adrián recuerda ahora el día que Diego les dijo que era su primera comida en familia y que no se lo iba a olvidar nunca. También recuerda cuando Mariana le dijo “pellizcame, papá. Es mi primera Navidad en familia”. Y así, poco a poco, a todos se les cumplió el sueño. “Ellos, toda la vida, soñaron con tener una familia y a nosotros nos cambiaron la vida por completo”, contaron emocionados.



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