miércoles, 21 de febrero de 2018

Sada Abe & Kichizo Ishida



Seis días en la cama. Ella: Sada Abe, ex-prostituta, ninfómana, desequilibrada e hipersensible. Él: Kichizo Ishida, sumiso nihilista, mamado de satiriásis y subyugado a los encantos de Sada. Ambos protagonizaron en la primavera de 1936 un maratón orgásmico y pasional que desembocó en la asfixia erótica y consentida de Kichizo y con sus genitales cercenados en el bolso de su amante. La historia trascendió con míticos matices y se convirtió en inspiración de infinidad de artistas. Ahí nació la legendaria película “El imperio de los sentidos”.

La trascendencia histórica (y personal) de aquella semana de conocimiento lascivo y desgarro carnal –literalmente- fue confirmada por la obra maestra de Nagisa Oshima. Película de culto para los amantes del cine erótico-explícito y prohibida en infinidad de países durante su estreno en 1976 y todavía hoy en Irlanda, a pesar de compartir videotecas con abundante cine porno. El viernes 17 de enero de 1986 se emitió por primera vez en Televisión Española (Cine de Medianoche) bajo una ‘ardiente’ polémica que vació teatros y espectáculos y colmó la curiosidad de una millonaria e inexperta audiencia. Nadie quien haya visto la película ha vuelto a comer un huevo cocido de la misma manera ¿Me equivoco?

Sada Abe nació en Tokio en 1905. Hija menor de una familia de clase media, fabricante de tatamis, fue una niña consentida e irritable. Violada a los 14 años cultivó un temperamento y una identidad sexual casi indescifrable que llevó a sus padres a ‘venderla’ a una escuela de geishas esperando dar un rumbo a su vida a la par que ingresaban por ello unos réditos (tradición muy común en la época).

Pero en realidad creció en un burdel en el distrito rojo de Tobita -en Osaka- como prostituta de lujo o geisha de bajo rango. Allí se ganó una gran reputación como generadora de problemas. Robando a los clientes e intentando abandonar el prostíbulo en varias ocasiones. Luchó contra la sífilis y sus explotadores proxenetas hasta que consiguió escapar y cambiar su identidad para evitar pagar las deudas contraídas con ellos. A pesar de su dilatada experiencia sexual, todavía no conocía la parte espiritual de la entrega amorosa.

Acabó de camarera en el hotel Yoshidaya, un pequeño hostal de la ‘Capital del este’ regentado por Kichizo Ishida, el que se iba a convertir en su mejor y más veraz amante. Paradójicamente fue Kichi quien descubre en sus primeros escarceos la vertiente más hedonista de la sexualidad a Sada . Aunque pronto se sobrepasarían todos los límites de las relaciones sexuales convencionales para caer en el más alto sibaritismo porno-erótico y sadomasoquista.

“ […] Es muy difícil decir exactamente qué era lo mejor de Kichi. Pero también es imposible decir nada malo acerca de su aspecto, su actitud, su habilidad como amante, o la forma en que expresaba sus sentimientos. Nunca he conocido un hombre tan absolutamente sexy”. Sada Abe tras su detención....

Poco a poco la exacerbación de la libido de Sada fue degenerando en una enfermiza veneración fálica. Los escasos paseos fuera de la “Tea House” o Machiai (pequeño Hotel del Amor en Ogu, Tokio) los hacía ella con su mano, bajo el kimono, sobre los genitales de su amante. La posesión no agobiaba, en absoluto, a Kichi, -sexualmente omnívoro- quién alimentaba su pasión con las veleidades de su meretriz.

Kichi era un hombre objeto, siempre sometido -siempre debajo-, exhausto y obsesionado con darle ese ‘gran orgasmo’ que nunca llega a Sada. El impulso destructivo o Thánatos se produce cuando ambos empiezan a introducir el dolor como fuente de placer. Kichi se entrega una y otra vez, complacido, al peligroso juego de asfixiofilia propuesto por su amante.

En la última noche, el 18 de Mayo de 1936, Sada utilizó su obi para cortar la respiración de Kichi durante su éxtasis mientras éste suplicaba:

“[…] Cuando me quede dormido pon el obi alrededor de mi cuello otra vez y aprieta de nuevo, no te detengas… Si comienzas a estrangularme, no pares, porque es muy doloroso después el despertar….” Confesiones de Sada Abe.........

Alrededor de las 2.00 de la madrugada, mientras dormitaba, Sada estranguló a Kichi con su connivencia hasta causarle la muerte, alcanzando el delirio tántrico buscado. Una sensación que –según ella- la colmaría el resto de sus días. Inmediatamente después cortó pene y genitales a su amante envolviéndolos en una revista y llevándolos a todas partes en su bolso de mano cual relicario. Algunas fuentes señalan que no fue en su bolso, sino en el interior de su propio cuerpo donde guardó su trofeo sexual. Antes de abandonar el escenario Sada talló su nombre con un cuchillo de cocina sobre el brazo inerte de su novio y escribió con su sangre: “Sada, Kichi Futari-kiri” -Sada, Kichi juntos- sobre las mismas sábanas mortuorias.

“Después de haber matado a Kichi me sentí totalmente a gusto, como si una carga pesada se levantara de mis hombros, y experimenté una sensación de claridad absoluta. […] cogí sus genitales porque no podía llevarme la cabeza o el cuerpo conmigo. Escogí la parte de él que me traía los mejores recuerdos […] “ Sada Abe en declaraciones a la policía......

Cuando la policía descubrió el cadáver y hasta que capturó a la prófuga, se desató el llamado “Abe Sada Panic”; o miedo a acabar bajo los brazos de la amante asesina. Un falso avistamiento en la ciudad de Ginza provocó incluso un gigantesco atasco por estampida que sólo cesó al declararse falsa la alarma.

Pocos días más tarde Sada Abe fue detenida en la ciudad de Osaka mientras intentaba comerse su reliquia para prolongar su éxtasis ahora necrofílico.

Después de tan solo seis años de condena por asesinato en segundo grado y mutilación cadavérica, Sada se trasladó a la prefectura de Saitama. Se convirtió en una celebridad y paradójicamente una autoridad en materia sexual y de libertades. Idolatrada por la cultura tradicional japonesa, escribió una autobiografía de mucho éxito (Memorias de Abe Sada: La mitad de una vida de amor) y participó en varios Best-Seller (Confesiones eróticas de Sada Abe –basado en sus declaraciones a la policía-).

Desapareció voluntariamente del mapa en 1969. El pene y los testículos de Kichi permanecieron en exhibición pública en el departamento de patología de la Universidad de Tokio hasta poco después de la II Guerra Mundial.

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