sábado, 19 de noviembre de 2016

Kainoa y Tornado

Un niño autista que no puede ser tocado 
se ha conectado con un perro de servicio


Kainoa ha tenido duros momentos por no lograr hacer amigos como el resto de los niños. 

Conoce su historia y lo que significa para el menor haber conocido a Tornado. Por años, Shanna ha llorado por los duros momentos que a veces vive su hijo de 5 años, Kainoa.

El autismo del pequeño hace que relacionarse con el mundo exterior no sea fácil, como lo es para la inmensa mayoría de los niños de su edad. Y el hecho de que no le guste que lo toquen o que lo abracen, tampoco hace más simples las cosas. Pero esta semana, Shanna no lloró de pena, rabia, o frustración. Lloró de alegría.

“¿Ven este momento? Nunca he experimentado algo así’, escribió la madre en una foto, simple a primera vista, pero que se transforma en toda una imagen de coraje y esfuerzo por sacar adelante a un hijo, cuando se conoce la historia que hay detrás.

Durante dos años, la familia de Kainoa –que es estadounidense pero vive en Japón- esperó que hubiera un perro de servicio disponible en “4 Paws For Ability”, en Ohio, una organización sin fines de lucro que se encarga de entregar animales como estos, a niños con autismo y capacidades diferentes. El día por fin llegó esta semana, cuando Kainoa y su madre viajaron a Estados Unidos para conocer a Tornado, su perito de servicio.

“Esta imagen captura el rostro de una madre que mira a su hijo, al que no puede abrazar, bañar, vestir, mimar o tocar libremente, mientras él descansa sobre su nuevo perro de servicio por su propia voluntad”, escribió la mujer, quien compartió la foto en Facebook y que a la fecha ha sido compartida más de 270 veces.

 “Este es el rostro de una mamá que ha visto a su hijo experimentar incontables interacciones sociales fallidas, intentando tener un amigo. Cualquier amigo. Cualquier tipo de conexión (…)

Ella se ha sentado con su hijo, mientras él llora durante meses por la noche, porque no tiene otros vínculos, además de la familia, sin importar cuánto lo intente o cuánto se esfuerce en su terapia para el autismo (…) Y ahora, ella está sentada atrás de su hijo, viendo este momento sin aliento, sin palabras”.

 “Ha valido la pena cada lucha por mi hijo, cada diagnóstico, cada nuevo doctor, cada dólar gastado, cada formulario llenado, cada reunión del colegio, cada lágrima derramada. Cada paso hacia adelante, cada paso hacia atrás, y cada pregunta sobre el desconocido futuro. De alguna manera, y debido a esto -a Tornado- sé que todo estará bien”, escribió.



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