La novia cadáver
Esta es la crónica de un amor que empieza donde acaban los demás. Una historia de amor imposible entre un cadáver y su raptor. Un cuento mórbido con la sutileza de un matrimonio imposible. Carl von Cosel amó, mimó y cohabitó en su lecho con el cuerpo sin vida de Maria Elena Milagro de Hoyos durante 7 años. Marioneta de sentimientos, alucinaciones y pasiones, Elena fue consorte post mortem de un hombre enigmático y obsesivo que, gracias a la empatía generada por su historia fue exonerado por la ley e indultado por su comunidad.
La amór-bida historia siempre fue contada en internet desde el lado oscuro, sin concesión alguna al romanticismo. Es interesante contrastar los hechos salpicando la narración con las voces y perspectivas de Von Cosel, extraídos de su autobiografía “The Secret of Elena’s Tomb” (1947) y de las entrevistas y declaraciones tomadas en su juicio.
Romeo sin Julieta.
En 1927, con 50 años, Carl von Cosel abandona a su familia en su Dresden natal (Alemania) y emigra hacia Key West, Florida. Carl es un hombre maduro y carismático; instruido, con varias titulaciones y dispuesto a comenzar una nueva vida. Pronto encuentra trabajo como radiólogo y patólogo en el Hospital de la Marina, es un hombre afable y de trato fácil que sorprendía por su inteligencia y habilidades. Levantó un taller en su casa donde proyectar sus delirios a modo de extraños aparatos eléctricos, órganos musicales e incluso, con tiempo, llegó a re-construir un imponente avión a base de desechos y reliquias militares que bautizó con el nombre de “Condesa Elaine”. Más tarde éste se convertiría en el hogar del esperpento.
El Hospital de la Marina, propio del ejército americano, se inundaba de pacientes masculinos. La única mujer que recordada Carl ingresada fue una bigotuda-cocinera de 150 kilos tras una disputa a navajazos con la tripulación. En abril de 1930 una nueva paciente requirió los análisis de Carl Von Cosel.
Elena Milagro de Hoyos era una bella y joven modelo Cubano-americana hija de un comerciante de tabaco, y establecida en Florida con sus padres y dos hermanas. La tuberculosis que diezmó a casi toda su familia debutó en Elena en esa primavera. El padre aprovechó parte de una amistad a base cohechos con un médico del ejército para disfrutar de un vasto examen médico en el mejor hospital del condado.
La primera vez que se vieron vivos, Carl cimentó la imagen que le perseguiría el resto de su vida:
..Llevaba un ligero vestido de primavera cuidadosamente planchado, barato pero típico y bien lucido, con salpicones abstractos del color y flores sobre fondo blanco. Alrededor de su cuello un collar iridiscente de perlas artificiales. Tenía piernas esbeltas. Pelo negro lustroso y largo que se desplomaba sobre sus suaves y bronceados hombros […] pude evitar su cara, pero no sus turgentes pechos que se disparaban y caían por culpa de la maldita tos…
A partir de este momento Von Cosel construyó una obsesión. Convencido de que había soñado con ella durante décadas y que estaba destinada a ser su esposa, enfocó su existencia a cultivar inteligentemente el aprecio y la estima de Elena. Camino de la seducción entregó su lucidez a cambio de extraños obsequios y pócimas mágicas que buscaban la milagrosa curación de su amada. Gastó un dineral en una bobina de Tesla con la que inducir descargas curativas a Elena. Inició un tratamiento experimental y novedoso de rayos X y compró libras de polvo de oro que combinaba en sus jarabes curativos. Ni Elena ni su salud correspondieron las atenciones, simplemente ella encontró en Carl el último hombro en el que apoyarse antes del asumido desenlace.
Muerte y Resurrección.
El 25 de Octubre de 1931 Elena Hoyos murió en casa de sus padres a los 22 años. Carl vivió sus últimos días junto a su lecho, colmando de vanos cuidados y atenciones:
…quiero ser tu enfermero, tu amo de llaves, tu amante, tu marido…quiero cuidar de ti para siempre o volar contigo a las estrellas!!
El desenlace, devastador, dejó nuevamente sólo y consternado a Von Cosel. No poder desagraviar el desaire de su amada en vida desencadenó su locura con la muerte. Convenció a la familia para pagar el entierro y construir un enorme mausoleo. El panteón marmóreo fue diseñado por el propio Carl. El féretro metálico contaba con unos conductos secretos para suministrar al cadáver formaldehido y otras sustancias que conservaran el cuerpo, también contaba con un auricular para comunicarse con el ataúd. Noche tras noche, Von Cosel se sentaba junto a su sarcófago y comenzaba, según él, a comunicarse con Elena. Ella le suplicó la puesta en libertad de su “prisión” para que pudieran estar juntos.
En las primeras noches Carl, recordando el famoso “Entierro prematuro” de Edgar Allen Poe, acercaba a la boca de Elena un vaso cristalino esperando que el aliento empañase el vidrio. 700 noches de conversación más tarde, en la luna nueva de abril de 1933 Von Cosel decidió exhumar en la oscuridad el cadáver de Elena para llevarlo a su nuevo hogar: El fuselaje del “Condesa Elaine”.
Durante los siguientes siete años, Von Cosel hizo todo lo humanamente posible por mantener a su amada cerca de él; en cuerpo y alma. Unió los huesos con alambres de piano y ganchos de perchas. Tras vaciar en terracotas, al modo egipcio, sus órganos deshidratados; rellenó su figura casi vacía con trapos empapados en líquido embalsamador y canela china, abultando su espalda a una forma más natural. Pieza por pieza, fue fortaleciendo su piel con tramos de cera y seda, construyendo una máscara de su cara que le servía de molde en los mantenimientos. Trataba regularmente su piel con lociones, pociones y electroterapia mediante la potente bobina de Tesla. Sustituyó su podredumbre con ojos de vidrio, y fabricó una peluca con los pelos que perdió durante tanto tiempo. La vistió con un traje de boda, velo blanco de encaje, diadema y unas alianzas y , tras perfumarla a diario con aceites, la dormía en su cama con las melodías salidas del órgano de fabricación casera.
.- ¡oh!, Carl, gimió Elena, hemos esperado durante tanto tiempo!. Le he deseado desde el principio. Hace tiempo que impulsó en mí una gran pasión que me hace perder toda inhibición. Seré su esposa cariñosa y casada, cumplidora en la iglesia y su puta en la cama.
.- ¡¡No use esas palabras, Elena!!
.- ¿No somos marido y mujer, Carl?. ¿Habrá un muro de palabras o secretos entre nosotros?. Mi alma es la tuya para siempre, Carl. ¿Vas a permitir que algo nos separe?
.- Nada. Somos una unión dulce de la vida y la muerte, un triunfo físico sobre el sepulcro. Nuestras almas unidas fluyen como un río desde los inicios de la vida hasta los confines del tiempo.
Vox Populi.
Pasaron los años y los rumores y la creciente introversión de Van Cosel despertaron las sospechas de sus convecinos. Nana, la hermana de Elena, odiada por Carl por ser mala copia física y mostrarle siempre una evidente hostilidad, se propuso investigar los chismes vecinales. Una noche espió a Carl a través de su ventana observando el ritual diario de tanatopraxia; espantada acudió rauda a denunciar a su falso cuñado ante las autoridades. Von Cosel fue detenido por profanación y encerrado a la espera de juicio.
Este giro de los acontecimientos provocó frenesí en los medios de comunicación. La funeraria se convirtió en una trampa turística, exhibiendo el cuerpo de Elena durante tres días. Más de 6000 personas acudieron a ver sus restos.
Muchos empatizaron con el radiólogo, creyendo que lo que había hecho era maravillosamente romántico. Los fans llevaron a su celda regalos, apoyo y consuelo; incluso un grupo de prostitutas cubanas ofrecieron sus servicios de forma gratuita. Dos admiradores pagaron la fianza de 1.000 dólares y Von Cosel esperó en su casa la llegada del juicio.
Desafortunadamente para Nana, el delito de Carl había prescrito. El autoproclamado conde fue pronto puesto en libertad e irónicamente declarado cuerdo sin pena alguna.
.- ¡¡Carlos!!. No dejes que este juez cruel nos separe. No dejes que Nana venza. No quiero volver a la oscuridad ¡Otra vez!. Incluso ahora me están haciendo cosas terribles. Han ido demasiado lejos exhibiendo mi cuerpo en público. Miles de personas a quienes nunca he visto están tratando de tocarme!!
Carlos, ¿puedes escucharlos? Están diciendo cosas feísimas.
.- Elena, querida ¡gracias a Dios! has vuelto..
.- Pensaba que habías desaparecido para siempre. ¡¡Gracias Santa Cecilia, y gracias Jesús!!
.- Carlos, usted sabe que yo estaré siempre con usted.
.- Entonces ¡ayúdeme ahora! ¡Dígame qué debo hacer!
…No hay palabras para expresar la dicha divina que experimentamos. Fuimos y seremos dos almas gemelas una dentro de otra, dulces y encantadoras más allá de cualquier palabra o comprensión humana.
El amor de Carl hacia Elena fue interminable. El 3 de julio de 1952 Carl fue encontrado muerto abrazado a una efigie de cera de tamaño natural de su amada. Algunos investigadores señalan que utilizó la máscara mortuoria de mantenimiento, fabricada en su día, para realizar la copia. Tom Swicegood, sin embargo, cita a los segundos enterradores como cómplices en el intercambio y entrega del verdadero cuerpo.
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